El Mutilado y Julia: Cuentos

Que mi actitud es desconcertante lo veo en el asombro, los gestos displicentes y en ocasiones en los ojos inyectados por un malestar auténtico que nace muy adentro, en las regiones obscenas o sagradas de los antiguos amigos que deben soportarme. Lo siento, pero no puedo continuar oprimiendo mis pensamientos, encerrarlos en la bóveda cerebral; si no los suelto, en cualquier momento, caminando por la calle o yendo en el metro, la cholla volaría hecha pedazos, salpicando a la gente cercana.
Seguro que exagero el poder de control cuando supongo que darles rienda suelta a mis ideas es un acto volitivo. La verdad es que mi propia crítica, antes tan eficaz al punto que me estaba dejando mudo, ya no funciona y lo que digo sale aprisa, sin censura, empujado por la sensación de que los últimos veinte años los he vivido completamente equivocado.

Descripción

Que mi actitud es desconcertante lo veo en el asombro, los gestos displicentes y en ocasiones en los ojos inyectados por un malestar auténtico que nace muy adentro, en las regiones obscenas o sagradas de los antiguos amigos que deben soportarme. Lo siento, pero no puedo continuar oprimiendo mis pensamientos, encerrarlos en la bóveda cerebral; si no los suelto, en cualquier momento, caminando por la calle o yendo en el metro, la cholla volaría hecha pedazos, salpicando a la gente cercana.
Seguro que exagero el poder de control cuando supongo que darles rienda suelta a mis ideas es un acto volitivo. La verdad es que mi propia crítica, antes tan eficaz al punto que me estaba dejando mudo, ya no funciona y lo que digo sale aprisa, sin censura, empujado por la sensación de que los últimos veinte años los he vivido completamente equivocado.

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